La hermana de Shakespeare

Por mi parte coincido con los eruditos que mantienen que era impensable que una mujer en aquella época tuviese el talento del inmortal poeta. Porque un genio como el de Shakespeare no nace entre gente trabajadora, ineducada y servil. No nace hoy entre la clase obrera. ¿Cómo, entonces, hubiera podido nacer entre mujeres? V.Woolf

domingo, octubre 01, 2006

Dramaturgia "La hermana de Shakespeare"


El grupo de Teatro Perro de la Universidad Complutense de Madrid representará esta tarde, a las 18 horas, en el Paraninfo de la Universidad, la dramaturgia de Cayetana Martínez para la celebración del 75º aniversario del voto femenino en España.
Esta es su dramaturgia:

LA HERMANA DE SHAKESPEARE Homenaje en una estampa

Entran cinco mujeres, vestidas de negro, preferentemente con falda negra larga, lo más larga posible. La última lleva por encima un velo negro también que la cubre toda. Llevan en la mano un ramito de rosas rojas. Se sientan en semicírculo abierto al público, en cuatro sillas que estarán preparadas desde antes de que ellas salgan. La mujer del velo se coloca detrás de las sentadas, en el medio, y de cara al público. Todas dejan los ramitos a sus pies, bien visibles, y reposan las manos en las rodillas, cruzadas, y con la vista clavada en los ramitos a sus pies. Las mujeres semejan el espíritu del anónimo, que no se hace notar porque teme molestar, porque sabe que molesta. Pero no sabe por qué.

Mujer 1- (Virginia Woolf) Los gatos no van al cielo, (el resto suspira), las mujeres no pueden escribir las obras de Shakespeare, (el resto crispa las manos tal como las tenía y contienen, una décima de segundo, la respiración). Dejadme imaginar lo que hubiera sucedido si Shakespeare hubiese tenido una hermana maravillosamente dotada. (ellas siguen la historia: primero van levantando la vista hacia delante, luego la cabeza, y lo ven todo, como en una película, reaccionando discretísimamente), Es muy probable que Shakespeare fuera a la escuela; aprendería latín, y los elementos de la gramática y la lógica. Él fue, como es sabido, un chico turbulento, cazador que quizá mató un ciervo, y que tuvo que casarse con una chica de barrio que le dio un hijo bastante más deprisa de lo aceptable. Esto lo llevó a Londres en busca de fortuna. Tenía, al parecer, afición al teatro; empezó sujetando caballos a la puerta del escenario. Pronto medró, se convirtió en un actor famoso, y vivió en el meollo del universo, siendo presentado a todo el mundo, conociendo a todo el mundo, ejercitando su arte en las tablas, poniendo a prueba su ingenio en las calles, llegando incluso a acceder al palacio de la reina (apogeo del discreto entusiasmo). Entratanto, su hermana de extraordinario talento, se quedó en casa, (ellas siguen esta “otra” historia con otra expresión, con sentimientos contenidos, emociones que no se manifiestan. Conocen bien esa historia). Era tan aventurera, tan imaginativa, tan curiosa por ver el mundo como él. Pero no fue a la escuela. No tuvo la oportunidad de aprender gramática y lógica. Cogería un libro de vez en cuando, quizá uno de los de su hermano. Pero entonces entrarían sus padres y le dirían que zurciera los calcetines, vigilara el guiso y no se distrajera con libros y papeles. Le hablarían con firmeza pero bondadosamente, pues eran gente de bien que conocía las condiciones de vida de una mujer y amaban a su hija. Tal vez garabatearía a hurtadillas algunas páginas en el desván de las manzanas, pero se cuidó bien de esconderlas o de echarlas al fuego. Pronto, antes de que acabara su adolescencia, sería prometida al hijo de un tratante de lanas de la vecindad. Diría a gritos que su matrimonio le resultaba odioso y su padre la azotaría violentamente por ello. Luego dejaría de reñirla. Le suplicaría que no le hiciese daño, que no le avergonzara. Le daría una tira de perlas, o un bonito traje. ¿Cómo podría ella desobedecerle? ¿Cómo podría partirle el corazón?
Sólo la fuerza de su propio talento la llevó a ello. (Ellas están ahora con el corazón en un puño, esta parte de la historia sólo la habían soñado. Alguna vez). Hizo con sus pertenencias un pequeño hatillo, se descolgó por una cuerda en una noche de verano y se encaminó hacia Londres. No había cumplido los diecisiete. Los pájaros que cantaban en el seto no eran más melodiosos que ella. Tenía una imaginación de lo más rápida –un talento como el de su hermano- para la melodía de las palabras. Como él, ella tenía afición al teatro. Esperó a la puerta del escenario; quería ser actriz, -dijo-. Los hombres se le rieron en la cara. El empresario soltó una risotada. Bramó algo sobre los perros laneros que bailan y las mujeres que actúan: que no podrían nunca hacerlo bien... pero que sorprendía que pudiesen siquiera intentarlo. Una mujer nunca podría ser actriz. Insinuó...:podéis imaginar qué. No podría formarse en el oficio. ¿podría siquiera cenar una taberna o rondar las calles a medinoche?... ¿Viajar?...
Pero ella tenía el genio de la literatura y anhelaba nutrirse ávidamente de las vidas de mujeres y hombres y del estudio de sus modos de ser.
Al final –pues era muy joven, de rostro particular, como Shakespeare el poeta, con los mismos ojos grises y las cejas arqueadas- al final, el diractor de repertorio se apiadó de ella; se encontró embarazada de este señor y de su piedad y entonces -¿quién podría medir el ardor y la violencia de un corazón de poeta atrapado y enredado en un cuerpo de mujer? - entonces se suicidó una noche de invierno y está enterrada en un cruce de caminos, donde paran ahora los autobuses...
Así es, más o menos –pienso- cómo habría sido la historia si una mujer de la época de Shakespeare hubiera tenido el talento de Shakespeare. Cualquier mujer que naciera con talento en ese tiempo con seguridad se volvería loca. Torturada por sus propios instintos en lucha con su educación; perdida la salud y la cordura. Se habría suicidado o habría acabado sus días en una choza solitaria fuera del pueblo, medio bruja, medio maga, temida y burlada.
Por mi parte coincido con los eruditos que mantienen que era impensable que una mujer en aquella época tuviese el talento del inmortal poeta. Porque un genio como el de Shakespeare no nace entre gente trabajadora, ineducada y servil. No nace hoy entre la clase obrera. ¿Cómo, entonces, hubiera podido nacer entre mujeres? (Todas las mujeres susurran: en silencio, en silencio... con murmullo creciente. En medio de ese murmullo una mujer habla más alto, las otras siguen)
Mujer 2 (Marguerite Yourcernar): Los silencios están llenos de palabras que no se dicen, palabras amordazadas, mutiladas...

Ellas van acompañar con su cuerpo las palabras de las otras.

Mujer 3 (Emily Dickinson):
El corazón pide placer primero,
después, ser excusado del dolor
y luego esos pequeños gozos anodinos
que ahogan el sufrimiento.
Y luego ir a dormir
y más tarde, si esa fuera
la voluntad de su Inquisidor
el privilegio de morir.
Mujer 1 : Jane Asten se alegraba de que chirriase una bisagra para poder esconder su manuscrito antes de que entrara alguien. Para Jane Austen, había descrédito en escribir...
Mujer 3:
" No era la muerte, pues yo estaba de pie y todos los muertos están acostados, no era de noche, pues todas las campanas agitaban sus badajos a mediodía, no había helada pues en mi piel sentí sirocos reptar, ni fuego pues sólo mis pies de mármol podían helar un santuario, y sin embargo, se parecían a todas las figuras que yo había visto ordenadas para un entierro, rememoraba el mío, como si mi vida fuera recortada y calzada en una marco, y no pudiera respirar sin una llave, y era como si fuera medianoche, ciertas.
Mujer 2:
No hay amores estériles. Y es inútil tomar precauciones. Cuando te dejo llevo dentro de mí el dolor, como una especie de hijo horrible.
Mujer 4 (Adrienne Rich):
Porque ya no somos jóvenes,
las semanas han de bastar por los años sin conocernos.
Sólo esa extraña curva del tiempo me dice que ya no somos jóvenes.

¿Caminé yo acaso por las calles en la madrugada,
a los veinte, con la piernas temblándome y los brazos en éxtasis más pleno?
¿Acaso me asomé por alguna ventana buscando la ciudad atenta al futuro,
como ahora aquí, esperando tu llamada?
Con el mismo ritmo tú te aproximaste a mí.

Son eternos tus ojos, verde destello de la hierba verde azulada del comienzo del verano.
Sí. A los veinte creíamos ser eternas.
A los cuarenta y cinco deseo conocer incluso nuestros límites.

Te acaricio ahora, y sé que no nacimos mañana,
y que de algún modo tú y yo nos ayudaremos a vivir,
y en algún lugar
cada una debe ayudar a la otra a morir.
Mujer 2: ¡Que aburrido hubiera sido ser feliz!
Mujer 4:
Sé que estás leyendo este poema
tarde, antes de dejar tu oficina
de la única lámpara amarillo intenso y la ventana que se va oscureciendo
en la lasitud de un edificio fundido al silencio mucho después de la hora pico.

Sé que estás leyendo este poema
parada en una librería lejos del océano
en un día gris del principio de la primavera,
débiles copos arrastrados por los enormes espacios de las planicies a tu alrededor.

Sé que estás leyendo este poema
en una habitación donde demasiado ha sucedido como para que lo soportes
donde las sábanas se enroscan estancadas en la cama y la valija abierta habla de huida
pero todavía no puedes irte.

Sé que estás leyendo este poema
mientras el subterráneo pierde velocidad
y antes de subir corriendo las escaleras
hacia una nueva clase de amor que tu vida nunca permitió.

Sé que estás leyendo este poema
a la luz de la pantalla del televisor
donde imágenes sin sonido se sacuden
y deslizan mientras esperás el noticiero de la intifada.

Sé que estás leyendo este poema
en una sala de espera de ojos encontrados
y que no se encuentran,
de identidad con extraños.

Sé que estás leyendo este poema
con luz fluorescente en el aburrimiento y la fatiga de jóvenes contados,
que se descuentan a sí mismos,
a una edad demasiado temprana.

Sé que estás leyendo este poema
con tu vista debilitada,
los gruesos lentes agrandando estas letras más allá de todo significado
y sin embargo sigues leyendo porque hasta el alfabeto es precioso.

Sé que estás leyendo este poema
caminando por la cocina calentando leche,
un bebé llorando sobre tu hombro,
un libro en tu mano porque la vida es corta y tú también tienes sed.

Sé que estás leyendo este poema
que no está en tu idioma
adivinando algunas palabras mientras otras te hacen seguir leyendo
y quiero saber cuáles son esas palabras.

Sé que estás leyendo este poema
escuchando,
desgarrada entre la amargura y la esperanza
volviendo una vez más a la tarea que no puedes rehuir.

Sé que estás leyendo este poema
porque ya no queda otra cosa que leer
ahí donde aterrizaste,
desnuda como estás.

Mujer 1: El anonimato corre por sus venas, todavía les posee el deseo de ir veladas y, en general, pasarán delante de un poste sin sentir el deso irrefrenable de grabar su nombre en él...
Mujer 5: (Audre Lorde):
Quién dijo que era simple
Tiene tantas raíces el árbol de la rabia
que a veces las ramas se quiebran
antes de dar frutos.
Sentadas en Nedicks
las mujeres se reúnen antes de marchar
hablando de las problemáticas muchachas
que contratan para quedar libres.
Un empleado casi blanco posterga
a un hermano que espera para atenderlas primero
y las damas no advierten ni rechazan
los placeres más sutiles de su esclavitud.
Pero yo que estoy limitada por mi espejo
además de por mi cama
veo causas en el color
además de en el sexo
y me siento aquí preguntándome
cuál de mis yo sobrevivirá
a todas estas liberaciones.
Mujer 2:
Cuerpo llevando el alma, siempre vanamente
Vuelvo a pensar en ti y te vuelvo a olvidar;
Corazón infinito en el cáliz naciente;
Boca que busca el nuevo verbo de besar.

Mares de navegar, fuentes para beber;
Trigo y vino ritual en la mesa mezclados;
Refugio de dulzura el vago adormecer;
Tierra que se despliega en los pasos alados.

Aire que me llenas de espacio y de equilibrio;
Nervios por donde viaja el cóncavo delirio;
Mirada interrumpida en el vasto universo.

Cuerpo, compañero, juntos nos moriremos.
No puedo no querer la sombra que tenemos,
No apresar con ella el resplandor de un verso.
Mujer 1: Escuché decir a un crítico que dijo que las mujeres escritoras no deberían aspirar a sobresalir más que reconociendo valientemente las limitaciones de su sexo...
Mujer 4:
Y yo distingo a una mujer
Que amaba ahogándose en secretos,
con una temible herida
Alrededor de su garganta que la rodea tal como los cabellos.
Volviéndose a un lado de dolor,
es arrastrada cada vez mas profundo
Donde no me puede escuchar,
Y enseguida me doy cuenta yo
que estaba hablando con mi alma.
Mujer 2:
Vi mi corazón hundirse en la cavidad negra de las olas
y en el abismo del viento donde va lo que muere.
Lo vi descender el pozo de las tormentas,
Vi su sangre tibia manchar el mar inmenso.
Como un sol herido que naufraga victorioso
Dejando por detrás la nada y la demencia;
Lo vi tragado por la noche que comienza
Y luego ya no vi más lo que era mi corazón

Mujer 3:
... Cuando todo lo que late se detiene y el espacio mira a su alrededor la espeluznante helada, el primer otoño que llora repele la apaleada tierra, pero todo como el caos interminable, insolente, sin esperanza, sin mástil, ni siquiera un informe de la tierra para justificar la desesperación.
Mujer 5: Tu silencio no te protegerá
Ellas vuelven a la posición inicial, sentadas...
Mujer 1: Os he dicho que Shakespeare tenía una hermana, pero no la busquéis en la biografía del escritor. Ella murió joven, y no escribió una sola palabra ... está enterrada donde paran los autobuses... Yo creo que esta poeta que no escribió una sola palabra y fue enterrada en un crce de caminos, sigue viva. Vive en vosotras y en mí, y en otras muchas mujeres que no están aquí ahora, porque están fragando los platos y ocupándose de sus hijos e hijas.
Mujer 2: No me mataré. Se olvidan tan pronto de los muertos...
Mujer 3: No, no era la muerte...
Mujer 1: Pero ella vive, le basta una pequeña oportunidad para encarnarse en nosotras. Empezáis a tener el poder de darle esa oportunidad; si tenemos cuartos propios, y la costumbre de la libertad y la valentía de escribir exactamente lo que pensamos...
Mujer 4: Sé que estás leyendo este poema ...
Mujer 1: ...entonces llegará la ocasión de que la poetisa muerta que fue la hermana de Shakespeare se ponga el cuerpo que tan a menudo ha depuesto... Que ella llegue sin esa preparación, sin ese esfuerzo nuestro, sin la determinación de que cuando nazca le será posible vivir y escribir su poesía... sería imposible.
Pero yo sostengo que vendrá si trabajamos para ella, y que trabajar así, incluso en la pobreza y la oscuridad, merece la pena.
Mujer 5: Tu silencio no te protegerá...

Las mujeres toman sus ramitos de rosas, y se van entre el público, deshaciendo las flores sobre las cabezas del público mientras repiten sus últimas frases, cada cual la suya, y la Mujer 1, repite la última que dice. Cuando han deshojado la flor última, quedan en donde estén en posición de congelado...

...Merece la pena.
Vuelven a escenario para Saludo sin telón