La hermana de Shakespeare

Por mi parte coincido con los eruditos que mantienen que era impensable que una mujer en aquella época tuviese el talento del inmortal poeta. Porque un genio como el de Shakespeare no nace entre gente trabajadora, ineducada y servil. No nace hoy entre la clase obrera. ¿Cómo, entonces, hubiera podido nacer entre mujeres? V.Woolf

martes, octubre 03, 2006

Poemas de Carmen Martín Gaite para Celia Pallejá

Mi muy querida amiga Celia me ha hecho una petición, ¡la primera que recibe este blog!. Uno de sus poemas favoritos, Jaculatoria, de la maravillosa Carmen Martín Gaite
Como estamos de rebajas, tres por uno.






Jaculatoria

No te mueras todavía.
Tu tristeza a mí me salva
lo mismo que tu alegría.
Malva al alba,
amarillo al mediodía
y a la noche otra vez malva.
No te mueras todavía.

No tienes un color fiel,
te van todos los colores
de la gama.
Ocre si estás en la cama,
verde si estás en la hiel,
gris acero si cruel,
azul negro en la porfía
y colorado en la llama
de fiesta y de rebeldía.
Que no te cuelguen cartel,
no te mueras todavía.

Echa tus tonos al día
como a una hoguera y confía,
que lo que arde no se pierde.
Me caliento en tus colores.
Aún te quedan resplandores
de naranja y ya eres verde
con una estría de rojo
y de turquesa otra estría.
Tu confusión es la mía
y en mi espejo la recojo.
No te mueras todavía.

Ni te quedes condenado
sólo al blanco o al morado,
ni te vuelvas transparente,
tan simple y desustanciado
como te quiere la gente.
Tú engrosa el caldo del día
que aún hay quien oye y quien siente
lo pasado y lo presente.
No te mueras todavía.

Y en tiempo de incertidumbre
arde también en su lumbre,
tan exenta de color
que corroe los que había.
No caigas en la costumbre
de inventar vida y amor
si el almacén se vacía.
A pie quieto en el terror,
a solas en la agonía
y aun cuando nada te alumbre,
no te mueras todavía.



Pídeme que esté alegre

Aún me entra cielo azul,
y lo miro en mis charcos
reflejado a jirones.

Pídeme que esté alegre.
Si tú me lo pidieras,
en un caballo blanco subiría,
en un caballo bravo y montaraz.

Pídeme que esté alegre
y correré a ponerme
atavíos de fiesta,
abriré las cien puertas de mi casa
y saldré entre piruetas
y saltos de través
aturdida de sol,
y a las verdes palomas
daré migas de pan.

Pídeme que esté alegre.
En un caballo blanco correría,
en un caballo loco y montaraz,
si tú me lo pidieras.


Campana de Cristal

A veces yo querría haber seguido
en aquella campana de cristal,
todo limpio y pulido,
tamizada la luz, clara e igual.

Pero estas inherentes cicatrices
grabadas día a día en la memoria
en muebles y pasillos,
en lo que digo y dices,
han escrito una densa y sofocante historia
ceniza que se cuela entre visillos.

Sol frío, luz de nieve, resplandor;
por la Plaza Mayor
cruzo con mi cartera de estudiante;
mi madre dice desde el mirador
de la casa varada, apaciguante.

Quédate aquí, no crezcas, que es peor.
A veces yo querría haber seguido
en aquella campana de cristal,
todo limpio y pulido,
tamizada la luz, clara e igual.

Carmen Martín Gaite